La Navidad, aunque llena de momentos mágicos, también puede convertirse en una fuente de estrés para muchas personas.
La presión por los regalos, las reuniones familiares, la preparación de comidas y el intento de que todo sea perfecto pueden transformar esta época en un auténtico desafío emocional. Desde la Terapia Breve Estratégica, queremos ayudarte a identificar las principales fuentes de estrés y ofrecer herramientas prácticas para que esta Navidad sea más llevadera y significativa.
¿Por qué nos estresamos tanto en Navidad?
Para muchos, la Navidad está cargada de expectativas: desde mantener tradiciones familiares hasta cumplir con estándares sociales o económicos. Según un estudio realizado por Ikea en 2023, casi el 50% de las personas encuestadas experimentaba algún grado de estrés en estas fechas debido a factores como los gastos excesivos, la alimentación poco saludable o el exceso de compromisos sociales.
Lara (nombre ficticio), una paciente de 38 años, llegó a consulta sintiéndose completamente desbordada. “Trabajo todo el día y, aun así, siento que no es suficiente. No quiero decepcionar a mis hijos ni a mi familia, pero a veces solo quiero que termine la Navidad”. Lara reflejaba una situación común: querer abarcar demasiado, con el consecuente desgaste emocional. Como señala Ana Belén Medialdea en su libro “Las cinco estaciones de la autoestima”, detrás de muchos de estos problemas subyacen creencias y etiquetas que hemos interiorizado desde pequeños: “Cuando nacemos, somos como una hoja en blanco… A medida que crecemos, vamos llenando esa hoja con creencias y etiquetas que nos indican cómo debemos comportarnos, qué es correcto y qué no lo es. Muchas veces, estas creencias nos limitan, nos bloquean y nos frenan”. En el caso de Lara, la Navidad había despertado su lado más tirano y exigente. Como describe Medialdea, “todos tenemos una parte que quiere agradar, estar a la altura y demostrar nuestra valía, pero esa misma parte puede convertirse en una prisión si nos lleva al agotamiento y a ignorar nuestras propias necesidades”.
Estrategias prácticas para gestionar el estrés
1. El mito de la perfección
Una de las principales fuentes de estrés es intentar que todo sea perfecto: la cena impecable, los regalos ideales, la casa decorada como una postal. La terapeuta familiar Virginia Satir afirmó: “La vida no es lo que se supone que debe ser. Es lo que es. La forma de lidiar con ella es lo que hace la diferencia”. Esta reflexión invita a aceptar la realidad tal como es, dejando de lado las expectativas irreales que tantas veces nos imponemos. En el contexto navideño, esto significa permitirnos ser humanos: aceptar que las cosas pueden salir de forma inesperada y que eso no resta valor al esfuerzo ni al significado de las celebraciones.
A Lara le propusimos un cambio de perspectiva. En lugar de centrarse en que todo saliera “perfecto”, se animó a planificar momentos imperfectos a propósito: usó una decoración que ya tenía en casa, preparó un menú sencillo y permitió que sus hijos participaran en la cocina. El perfeccionismo no nos define como personas válidas; lo que nos define es nuestra capacidad de cuidarnos y priorizar lo que realmente importa.
2. Gestionar el presupuesto emocional y económico
Otra gran fuente de estrés navideño son los gastos. Regalos, comidas y decoración pueden convertirse en una carga económica que afecta nuestra tranquilidad. Uno de los pilares del autocuidado es aprender a gestionar nuestras prioridades, incluso cuando las expectativas sociales nos presionan: “Decir no, poner límites y proteger nuestro bienestar son actos de valentía y de amor propio que necesitamos practicar diariamente”. Con Lara trabajamos en establecer un presupuesto realista y comunicarlo con claridad a su familia. “Les expliqué que este año sería más sencillo. Les propuse hacer regalos hechos a mano o limitar el intercambio a algo simbólico”.
3. Crear espacio para ti
En medio del caos navideño, es fácil olvidarse de nuestras propias necesidades. Dedicar tiempo a actividades que nos calmen y recarguen puede ser clave para evitar el agotamiento. En el libro “Las cinco estaciones de la autoestima» propongo imaginarse como una persona que ya ha aprendido a cuidarse y priorizarse, y describir con detalle qué haría diferente. Por ejemplo, tomar una caminata diaria, meditar o reservar tiempo para hobbies son pequeños pasos que pueden marcar una gran diferencia.
Reflexión final: menos puede ser más
La Navidad no se trata de cumplir con todas las expectativas externas, sino de conectar con lo que realmente importa: el amor, el compartir y el cuidado mutuo. Cuidarse no es egoísta; es la base para ofrecer lo mejor de nosotros a los demás. Reducir el ritmo, simplificar las celebraciones y priorizar nuestro bienestar pueden hacer que estas fiestas sean no solo más llevaderas, sino más significativas.
Desde nuestro centro, te animamos a replantearte lo que realmente deseas para estas fechas y a recordar que cuidarte es el mejor regalo que puedes ofrecerte.
¡Te deseamos unas fiestas llenas de calma, alegría y momentos auténticos! ¡Feliz Navidad!