Para algunas personas la Navidad es una época de luces y celebraciones, para otras no.
Quienes enfrentan la soledad o el duelo, esta temporada puede ser un desafío emocional. Las sillas vacías alrededor de la mesa, los recuerdos de momentos felices con seres queridos que ya no están, o simplemente el contraste con la alegría aparente de quienes nos rodean, pueden despertar en nosotros sentimientos de tristeza, nostalgia o aislamiento.
Juan (nombre ficticio) de 42 años, llegó a terapia justo antes de las fiestas. “No sé qué hacer este año”, me confesó. “Mi madre falleció hace unos meses, y siempre decorábamos juntos el árbol. Ahora, solo pensar en ponerlo me provoca un nudo en la garganta. Pero al mismo tiempo, no hacerlo me hace sentir que estoy olvidándola”. Esta ambivalencia que Juan describía es muy común en quienes atraviesan un duelo.
Queremos honrar a quienes amamos, pero también sentimos el peso de la pérdida con especial intensidad en estas fechas. Utilizamos las sesiones para transformar estas emociones en oportunidades de conexión, recuerdo y autocuidado.
Reconociendo lo que sentimos
El primer paso para acompañar a Juan fue validar su dolor. En ocasiones, tratamos de evitar sentir tristeza, pensando que al “ignorarla” desaparecerá. Pero, como siempre digo: “No somos responsables de las heridas que otros nos imponen, pero sí de cómo decidimos cuidarlas y sanarlas”. Reconocer nuestras emociones, aunque sean incómodas, nos permite darles un lugar y empezar a gestionarlas.
En el caso de Juan, exploramos la idea de que no tenía que abandonar sus tradiciones, sino adaptarlas a su nueva realidad. “¿Y si el árbol se convierte en un homenaje a tu madre?”, le sugerí. Poco a poco, Juan empezó a visualizar cómo podría transformar esta tradición.
Decidió crear un adorno especial con fotos de su madre y escribirle una carta que colgaría en el árbol. Este acto le permitió conectar con su recuerdo de una forma significativa, mientras también daba espacio a su propio proceso de duelo.
Redefiniendo las festividades
La Navidad no tiene que seguir un guión preestablecido. Juan solía pasar las fiestas rodeada de su familia, pero este año la idea de sentarse a la mesa sin su madre le resultaba abrumadora. Juntos exploramos alternativas: “¿qué se te ocurre que podrías hacer diferente para sentirte un poquito mejor este año?” Juan decidió que algo que podría hacerle sentir mejor seria organizar una pequeña escapada con su familia al campo. “Será diferente”, me dijo, “pero tal vez sea justo lo que necesitamos”.
Muchas veces quedarnos en lo que siempre hemos hecho puede ser un acto de inercia, no de conexión. Para avanzar, necesitamos crear nuevas formas que nos permitan vivir el presente con autenticidad y flexibilidad. Cambiar la manera en que celebramos no significa ignorar el pasado, sino crear nuevas formas de vivir estas fechas.
Salir de la rutina nos ayuda a desbloquear emociones positivas y a ver la situación desde una perspectiva renovada.
El poder del apoyo emocional
Uno de los aspectos más difíciles del duelo es la sensación de que nadie comprende lo que estamos viviendo. Juan compartió que a menudo evitaba hablar de su madre porque no quería “arruinar” el ambiente festivo. Le propuse que, en lugar de guardarse esos sentimientos, los compartiera de manera intencional.
Durante la cena de Nochebuena, Juan habló con su familia sobre cómo se sentía. También les invitó a participar en un ritual: encender una vela en memoria de su madre y compartir anécdotas sobre ella. “No esperaba que fuera tan emotivo”, me contó después. “Lloramos, sí, pero también nos reímos. Fue como si ella estuviera con nosotros”.
En el libro «Las cinco estaciones de la autoestima”, enfatizo que “cuando compartimos nuestro dolor, dejamos de sentirnos solos en él y creamos un espacio para que otros también sanen con nosotros”. Hablar de nuestras emociones no solo nos libera, sino que fortalece los lazos con quienes nos rodean.
Cuando la soledad pesa
Aunque la experiencia de Juan giraba en torno al duelo, también exploramos cómo podría afrontar la soledad, un sentimiento que puede surgir incluso rodeados de personas. En estos casos, es fundamental recordar que no estamos obligados a seguir un modelo único de celebración. Juan encontró consuelo en dedicar tiempo a sí mismo, haciendo actividades que le gustaban, como escribir o pasear.
También decidió involucrarse en un voluntariado. “Había algo hermoso en ayudar a otros”, dijo después. Me recordó que, aunque me siento solo, todavía puedo conectar con los demás”. Cuando nos sentimos desconectados, encontrar una causa o un propósito nos ayuda a volver a nosotros mismos y al mundo que nos rodea.
Un cierre desde el corazón
La historia de Juan es solo un ejemplo de cómo podemos afrontar los retos emocionales de la Navidad. Tanto si estamos lidiando con la pérdida como si enfrentamos la soledad, el camino hacia el bienestar empieza por escucharnos, cuidarnos y encontrar significado en las pequeñas cosas.
Algunas veces necesitamos desaprender lo que creemos que “deberíamos” hacer para aprender lo que realmente nos hace bien y necesitamos.
Desde nuestro centro de Terapia Breve Estratégica Ana Belén Medialdea, queremos recordarte
que todas las emociones son válidas y que, con las herramientas adecuadas, es posible
transformar el dolor en crecimiento.
Te deseamos unas fiestas llenas de amor, empatía y conexión contigo mismo y con quienes te
rodean. ¡Feliz Navidad!
1 comentario en «Cómo afrontar el Duelo en Navidad»
Hola Ana e conectado con este testimonio, por que, me sucede similar, y recodamos personas que ya partieron, de niño siempre me gusto mucho la navidad , pero de grande conecto con la ausencia y la tristeza,este testimonio , me hace tomar conciencia de vivir en el presente y validar nuestras emociones, y aprender a desaprender patrones neuronales adaptados por sucesos dolorosos en estas época, Gracias por compartir , que pases feliz navidad toda tu familia y equipo, saludos y bendiciones🙏🏻🙏🏻🙏🏻❤️🫶🫂