¿Se puede ayudar a un depresivo? ¿Puede uno mismo llegar a conseguirlo? ¿Es normal sentirse desbordado ante una situación así?
Una depresión es un trastorno del estado de ánimo en el cual la persona sufre mucha desesperanza, culpa, tristeza, problemas de sueño, de concentración, de memoria , fatiga e incluso ideas de suicidio.
Ante esta complicada situación es normal que los familiares no sepan como poder proceder y verse un poco desbordados porque la persona normalmente, no asume la problemática y que necesita ayuda. Es muy importante e imprescindible que el familiar tenga claro que la ayuda psicológica es necesaria.
A veces, sospechamos que a nuestro ser querido le ocurre algo extraño: como que no acaba de encajar bien con esa ruptura de pareja, ese despido del trabajo, esa crisis de los 40, etc. Otras, ni siquiera encontramos una causa concreta que nos haga entender ese cambio tan brusco de comportamiento.
“Alegra esa cara, no estés así, anímate , no tienes problemas graves para sentirse así de mal”, estas son algunas de las expresiones que le solemos repetir a alguien con depresión después de fallidos intentos por hacerle sonreír o sentirse bien. Somos ese hermano, pareja, hijo o amigo que intenta, una y otra vez, levantar el ánimo de aquel que va camino de ser la sombra de lo que era, cuando sucede esto, tendemos a cansarnos y frustrarnos de poner todo nuestro empeño en poder ayudarle y no conseguir nada.
Para poder ayudarle, es muy importante aprender a reconocer la depresión y poder diferenciarla de la tristeza.
La persona deprimida se caracteriza fundamentalmente por tres rasgos:
- Pérdida de la atención y la capacidad de interesarte o disfrutar de las cosas
- Disminución de su vitalidad, mostrando un cansancio exagerado, trastornos del sueño, apetito, sexualidad o de otras funciones corporales.
- Visión negativa de sí mismo, de los demás y del futuro. Se subestima, cree que los otros le interponen obstáculos insalvables y piensa que las cosas nunca mejorarán.
Si quieres ayudar a alguien que está atravesando por este túnel negro, puedes hacerlo siguiendo estas tres pautas:
- Valida sus sentimientos. Es muy importante que le permitas que “se sienta así”. A veces, con la mejor de las intenciones, negamos insistentemente los sentimientos de la persona deprimida (“no estés así; no es para tanto; estás haciendo un mundo; no deberías tomártelo así; no te vengas abajo”), y lo único que conseguimos es que se sienta incomprendido, inhibido y guarde su dolor para sí mismo. Por el contrario, una frase de comprensión (“tiene que ser duro para ti; estás pasándolo mal, ¿verdad?; te faltan las fuerzas para levantarte, ¿es eso lo que te pasa?”) transmitirá la idea de que no le juzgas, y que aceptas sus sentimientos, tal cual los tiene. Entonces, estarás estableciendo un buen punto de partida para lograr que se abra a ti.
- Propón actividades que le ayuden a desviar la atención de sí mismo. Basta con acompañarle e incentivarlo a que participe de nuevo, y gradualmente, en aquellas rutinas cotidianas que le eran gratificantes. No importa si no las acaba del todo, si no consigue desempeñarlas o disfrutarlas como antes, lo esencial es que se ponga en marcha y vuelva a sentirse útil, activo y capaz de alguna manera.
- Refuérzale cualquier logro, por pequeño que sea. Ahora, más que nunca, esas palabras de apoyo y elogio le reconfortarán.
Validar los sentimientos, acompañar, empatizar, escuchar y reforzar puede ser la mejor muleta que le puedas ofrecer a alguien que ha perdido las fuerzas para seguir adelante por la depresión.
Es importante no descartar la opción de acudir a un profesional cualificado si fuese necesario.
¿Tienes algún familiar o amigo que esté pasando por una depresión?¿Sabes cómo poder ayudarle?
Un fuerte abrazo,
Ana Belén Medialdea.