Quien ha vivido la pérdida de un ser querido importante, sabe el dolor que se puede llegar a sentir. Me atrevería a decir que es un dolor diferente, que te desgarra y que, en las primeras fases, lo mismo te bloquea haciéndote creer que nada de esto ha sucedido como, cuando te das cuenta de que sí es real, puedes llegar a sentir que por momentos te falta el aire.
El dolor emocional no es tan visible como el dolor que podemos sentir cuando se nos rompe una pierna. Cuando se nos rompe una pierna se da por hecho que necesitamos un periodo de reposo y de rehabilitación, pero, cuando perdemos a un ser querido, muchas veces, lo que nos llega es el mensaje de: “Ahora tienes que ser fuerte, no puedes paralizar tu vida, eso no es lo que tu ser querido querría para ti”.
A nadie se le ocurriría decirle a alguien con algún miembro roto: “Ahora tienes que ser fuerte, no te quejes, aguanta el dolor, no paralices tu vida, evita hacer reposo porque eso no es lo que nadie quiere para ti” ¿verdad?
El dolor emocional, al igual que cualquier otro dolor, necesita su tiempo para sanar y, para curar el dolor, necesitamos atravesarlo. Atrevernos a conectar con él. En consulta, cuando llega alguna persona porque acaba de sufrir una pérdida o porque ha tenido en su vida una pérdida que no supera, me doy cuenta de que el dolor es tan intenso que lo que desean es dejar de sentir. Evitan conectar con el sufrimiento, no quieren pensar en ello, se llenan su tiempo haciendo cosas o, en numerosas ocasiones, abandonándose a sí mismos…
Esto, en cierta medida es normal pero como decía Frida Kahlo: “Amurallar el propio sufrimiento es arriesgarse a que te devore desde el interior”.
Cuando evitamos conectar con el dolor de la pérdida, podemos caer en un duelo patológico. Recuerdo un profesor que siempre nos decía: “El duelo, tenemos que atravesarlo y si no lo hacemos en el momento, lo haremos después. Quizá muchos años más tarde, cuando se haya convertido en un duelo patológico, pero nuestro cuerpo, hablará para pedir que saneemos este dolor que, a veces, se queda amurallado dentro de nuestro corazón”.
No te voy a engañar, cuando me llega una persona a consulta por este motivo, sé que lo único que le haría sentirse mejor en ese momento es que su ser querido volviera y que nada de esto estuviera pasando. Por eso sé que, cuando alguien viene por este motivo, necesita mucho apoyo, mucho cariño y un soporte donde apoyarse cuando sus fuerzas cesen.
En el CTB, tenemos muy claro que, en estos procesos de duelo, tenemos que ayudar a las personas a que puedan sanear y sacar todo ese dolor para que su herida, que en ese momento está muy abierta, no se infecte y pueda quedar una hermosa cicatriz. Las cicatrices, por mucho que las toques, no duelen de la misma manera que cuando la herida está a flor de piel.
Nuestra misión es acompañar a nuestros pacientes para que ellos puedan recordar, cada vez que vean esa herida, a ese ser querido, no con angustia, utilizando ese dolor como motor para seguir hacia adelante.
Como dice una frase de Ricardo Arjona: “No se acaba el amor únicamente con decir adiós. Hay que saber que el estar ausente no compra el olvido, ni anula el recuerdo, ni nos borra del mapa”.
El trabajo terapéutico del duelo consiste en ayudar a las personas que lo sufren a dejar salir su dolor, aliviarlo, transformarlo para que se convierta en un motor de superación y que les permita aceptar y transitar su nueva realidad. Una realidad donde no está ese ser amado, pero sí que permanece el amor, el cariño, el recuerdo, atesorado en lo más profundo del corazón.
Si estás atravesando una pérdida, voy a contarte 4 cosas que no te ayudan a tener un duelo saludable y que tampoco te ayudan a mantener vivo a tu ser querido en ti:
1. Evitar hablar de quien ya no está: A veces pensamos que evitar hablar de la pérdida nos puede ayudar a sentirnos mejor. ¿Quién no ha pensado alguna vez que es mejor no sacar el tema para evitar ponerse triste o evitar que alguien se ponga triste al recordar a quien ya no está? Este es un verdadero ejemplo de cómo, con las mejores intenciones, conseguimos los peores resultados. Evitar hablar de quien ya no está, no hará que te sientas mejor, sino todo lo contrario. Te ayudará a invalidarte emocionalmente y a enquistar ese dolor dentro de ti. Por eso, permítete hablar de quién ya no está, aunque te duela. Permítete atesorar tus recuerdos porque gracias a ellos podemos guardar muy dentro de nuestro corazón a esas personas a las que hemos querido con toda nuestra alma y que por siempre querremos. Gracias a los recuerdos podemos volver a revivir los momentos que pasamos y todo lo que aprendimos juntos. Podemos sentir el cariño que nos tenían, el amor que nos daban y cómo nos hacían sentir. Aunque duela, aunque te sientas vulnerable, permítete ser humano y llora todo lo que tengas que llorar.
2. Evitar sentir o fingir que nada te afecta: A veces, para evitar conectar con el dolor, podemos trabajar horas de más, llenarnos la agenda de planes, beber alcohol, consumir estupefacientes, hacer como si no hubiera pasado nada, fingir que estás bien y que tampoco estás tan mal… Esto no te va a ayudar a estar mejor, todo lo contrario. Te sirve para anestesiarte, mientras te dure el efecto de la anestesia, podrás engañarte a ti mismo pero cuando se pase el efecto, el golpe será más duro. Las emociones, cuando no las dejamos salir, se buscan la manera para hacerlo y, la mayoría de las veces, lo hacen en forma de enfermedad. En mi consulta he visto a muchos pacientes que presentaban síntomas somáticos (dolores de cabeza, trastornos digestivos e intestinales…) y, por más que se hacían pruebas médicas, todo salía en orden. Este dolor físico era propio del dolor emocional que tenían amurallado en su interior. En la medida que fuimos elaborando ese duelo, el dolor comenzó a remitir.
3. Aislarse y evitar salir: Abandonarse a sí mismo, dejar de salir, de hacer planes, de conectar con tu gente y con la vida… es una forma de morir en vida. Muchas veces ante la pérdida, podemos llegar a tener esos sentimientos. Nuestra vida puede perder el sentido y es normal querer renunciar a ella. Ante la pérdida de un ser querido, es muy importante dejarnos cuidar y apoyarnos de nuestro círculo seguro. Es necesario tener momentos de soledad, pero salir, aunque sea estando tristes, será nuestra medicina natural para aliviar el dolor. No te exijas estar bien si no puedes, lo importante es estar. Quienes te quieren, no quieren que dejes de sentir lo que estás sintiendo, quieren que sigas viviendo, aunque estés triste y en este momento lo veas todo oscuro. Hay momentos que tenemos que tocar fondo para después coger impulso.
4. No pedir ayuda si lo necesitas: En la línea con lo anterior, muchas veces podemos llegar a aislarnos por evitar pedir lo que necesitamos, ya sea por no molestar, por no querer mostrar nuestra vulnerabilidad, porque quizá pensamos que estamos exagerando o porque creemos que los demás tienen que seguir con su vida y no van a estar para estar a nuestro lado si no estamos bien. Quien te quiere de verdad, está en las buenas y en las malas, pero necesita que tú te expreses y pidas lo que necesites. Si necesitas hablar, hablar. Si necesitas estar en su compañía, pero en silencio, pues estar en silencio. Si necesitas un abrazo, un abrazo. Si necesitas que durante un tiempo te hagan la comida porque tú no tienes fuerzas, ni ganas de asumir tu autocuidado, pues la comida. Recuerdo una paciente que perdió a su marido. La persona con la que había pasado media vida, cuando su marido falleció, ella no tenía fuerzas ni para salir de la cama. La tristeza la estaba consumiendo y siempre recordaba en las sesiones la ayuda que había tenido por parte de su familia que, en esos momentos, se preocuparon de que sus necesidades básicas estuvieran cubiertas. Como sabían que ella no quería hablar con nadie, lo que hacían es visitarla cada día, le daban un abrazo y le llevaban un túper de comida y se la daban o, en ocasiones, comían con ella para garantizarse que comía.
Pedir ayuda no es un símbolo de debilidad, todo lo contrario, y no tenemos por qué poder solos, sobre todo, ante momentos tan duros como la pérdida de un ser querido. Por eso, si estás pasando por una situación así, te recomiendo que pidas ayuda a tu círculo cercano y también ayuda profesional para evitar que tu dolor se enquiste.
Es necesario atravesar el dolor para sanar y para mantener vivos a esos seres queridos que ya no están.
«Nunca mueren aquellos que tenemos guardados dentro de los tesoros de nuestro corazón”